LUCIA HARARI
Fuga panamericana
Yeruá Cafe 2024
El último lunes del mes de julio de 2024, 46 caballos, blancos, pertenecientes al ejército argentino, se escaparon de campo de mayo. Muy pocos tuvieron la suerte de ver al majestuoso tropel galopando por la autopista Panamericana. Desde la pandemia, Lucía viene pensando en la infiltración de los contenidos que se ven/consumen a través de las pantallas y en las posibilidades de los sueños colectivos -cuando digo sueños me refiero a lo que soñamos cuando dormimos-. En 2020 se fugó una manada de elefantes en China con la que meses antes muchas personas en el mundo habían estado soñando. Ante estos descubrimientos insólitos Lucía elige la pintura como forma de moverse en el extrañamiento.
De qué color es el caballo blanco de San Martin?, esa muletilla que se pone para resaltar lo obvio, lo que está ahí, delante de nuestros ojos. Una pregunta que contiene su propia respuesta. Delante de nuestros ojos también están los hechos, y más que nada los hechos televisados, o transmitidos, documentados, registrados, posteados, pasados por un filtro. La pintura fue el primer filtro y la primera forma de representación y documentación de la realidad. Más tarde la fotografía haría posible la reproducción y liberaría a la pintura de la obligación de la copia. La instantaneidad y simultaneidad que nos habilitó internet nos dejó dependientes de las pantallas, convirtiéndolas en nuestra forma más cotidiana de acceso a la realidad, a lo que sucede afuera, ya sea al lado nuestro o al otro lado del mundo.
Pero volviendo a las noticias extrañas -quién mira hoy los noticieros además de lxs abuelos y la gente grande?-, los animales fugados se metieron en nuestros sueños?, en una forma espontánea (o desesperada) de clarividencia, de quiromancia de los sueños, de videomancia?, de profecía autocumplida de la sociedad del espectáculo?. Con nuestra capacidad de imaginación cercenada y adormecida, no es claro dónde ir a buscar las fantasías utópicas de la liberación. Ante la escasez de recursos para elaborar proyecciones colectivas, la maquinaria inconsciente del sueño individual (y profundo) pareciera necesitar extraer material de cualquier lado para elaborar realidades alternativas y pareciera servirse de las noticias, incluso esas noticias vistas al pasar, para desarrollar las prospectivas positivas, esas que ya no tienen cabida en el inventario de futuros colectivos realmente posibles en la vida diurna y consciente. Al fin y al cabo, las pinturas de caballos galopantes de la pared de la abuela también vuelven en los sueños, un poco para confirmar que las imágenes destellantes de la infancia modelan nuestros ideales, inquietudes y búsquedas futuras.
Cómo imaginar o siquiera vislumbrar la posibilidad de una vuelta a la vida salvaje? Tienen los sueños una potencia oracular? Los caballos de las noticias nos dan señales? Acaso son la prueba de que lo más impensado es posible? De qué color es el caballo blanco de San Martin? Estos animales, vistos a través de las pantallas, del filtro bizarro de los noticieros, son nuestro último recurso para imaginar la liberación? Un corpus caprichoso de noticias que se mete en los sueños: los 46 caballos y los 46 millones de argentinos, crisis, rescates, falsos homenajes y devaluación. El extrañamiento como lugar desde donde imaginar y avanzar; hacia dónde?, no sabemos. En este panorama estéril de crisis, paranoia, desconfianza e impavidez, conviene no descartar nada. No subestimemos la contemplación insomne como herramienta para ver más allá de lo que ya existe. La fuga personal, la fuga de los animales. Siempre habrá fugas. La naturaleza, que somos nosotrxs mismxs y todo lo que construimos, siempre pide liberarse, desbordar, salirse de lo contenido. La pintura se convierte así en el filtro más subjetivo y se propone como deriva para intentar esquivar la parálisis.
Texto de Julieta Rosell
150 x 100 cm Salon 8M
acrilico sobre tela 40 x 50 cm
acrilico sobre tela 40 cm de diámetro
acrilico sobre tela 70 x 50 cm